Hagamos un ejercicio de relajación. Cierra los ojos y respira profundamente. Imagina un profundo valle de un verde auténtico, un valle de alcornoques y encinas que, desde la lejanía, parecen alfombrar las paredes de las montañas redondeadas. Y abrigado entre los pliegues del valle, visualiza un pequeño pueblo, apenas una pincelada blanca en el cuadro, coronado por la torre de una iglesia marrón y que dormita en la placidez de un silencio tan sólo roto por el trino de los pájaros y el rumor de los arroyos y fuentes. Nos encontramos en Linares de la Sierra, en pleno corazón del Parque Natural de Sierra de Aracena y Picos de Aroche, en un lugar sacado de un libro de cuentos infantiles, un lugar mágico que transmite paz y sosiego, un lugar por descubrir.
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Una vez recorrida la serpenteante carretera que nos adentra en el valle desde Aracena o Alájar, se comienza a vislumbrar la disposición desordenada de las calles y casas de Linares de la Sierra en su adaptación fiel a la orografía inestable del terreno. Aun sin murallas, el pueblo nos recuerda a una villa medieval compacta, con escasos espacios abiertos y con el pequeño caserío mirando al interior, como si se protegiese del entorno boscoso que lo rodea.
De hecho, la primera imagen que recibimos al entrar al pueblo refuerza esa sensación de encontrarnos en un lugar donde no ha transcurrido el tiempo. Tras descender unas escalinatas de piedra, accedemos a la plaza Juan Ramón Jiménez, un espacio arbolado que se ensancha tras cruzar un arco culminado en pináculos y sobre el que domina los recios muros de la Iglesia Parroquial de San Juan Bautista, una imponente construcción en estilo neoclásico y elementos barrocos del siglo XVIII en la que destaca su torre campanario que se alza como atalaya privilegiada en el centro de la localidad. Sorprende las grandes dimensiones de la iglesia, teniendo en cuenta que Linares de la Sierra cuenta con apenas 300 habitantes actualmente, por lo que se puede intuir que en la época de su edificación la población era mayor.
La plaza se asienta como una suerte de balcón elevado sobre la curiosa Plaza de Toros de Linares de la Sierra, en un nivel inferior. Esta no es más que un ensanchamiento irregular del entramado de calles que aprovecha el desnivel respecto a la plaza Juan Ramón Jiménez para disponer graderíos de mampostería de piedra encalados que descansan sobre el basamento de la iglesia. Cada 24 de junio, con motivo de las fiestas patronales de San Juan Bautista, la plaza se cierra para celebrar un festival taurino que congrega a cientos de vecinos y turistas. El resto del año, la plaza empedrada alberga un bar y es el centro de la actividad del pueblo. Aunque el auténtico protagonista de la plaza es el alcornoque de más de 500 años (también llamado muy acertadamente el ‘alcornoque torero’) que crece en medio de uno de los graderíos cerniéndose sobre el centro de la plaza.
El recorrido por el resto del pueblo sacará nuestro espíritu de exploradores, ya que las callejuelas meticulosamente empedradas suben, bajan y se retuercen sin previo aviso conformando todo un laberinto que enamorará a los aficionados de la fotografía. Y es que cada casa ofrece una estampa única de la arquitectura popular serrana que le ha valido a Linares de la Sierra ser declarada Bien de Interés Cultural en 2005 por su alto valor etnológico.
No hay construcciones modernas que atenten contra la estética general del pueblo; todas las casas son de una sola planta o de planta con doblado, y han sabido conservar cada uno de los elementos que les confiere un encanto especial. Como los llanos, una especie de alfombras rectangulares empedradas en dos colores que dibujan motivos florales, de animales o geométricos en la entrada de las casas y que ejercen como zaguanes en plena calle. Antiguamente, esta práctica se realizaba para allanar el terreno debido a las pendientes del casco urbano, y ha derivado en una vertiente más decorativa que embellece el trazado de las calles.
Otro de los elementos típicos de Linares de la Sierra son sus fuentes y lavaderos públicos. Dada la abundancia de agua en el entorno, los caños nunca dejan de brotar agua fresca que es utilizada para beber, regar los huertos, llenar los abrevaderos de los animales o para lavar la ropa en el lavadero circular de la Fuente Nueva. La construcción de mampostería encalada y piedra es de comienzos del siglo XX y, además de sus funciones naturales, es un punto de encuentro para las gentes del pueblo.
Fotografía de la web www.linaresdelasierra.com
No hay duda de que el casco urbano de Linares de la Sierra es uno de los más bellos y mejor conservados de la sierra onubense, pero no hay que olvidar el entorno natural que lo rodea y que, enfocado a la práctica del senderismo, se ha convertido en los últimos años en uno de los grandes reclamos turísticos de la localidad. Son incontables los senderos que parten de Linares hacia localidades vecinas como Aracena, Alájar o Los Marines y que discurren por huertas y lugares naturales que nos dejarán con la boca abierta, como el valle de Silos, el manantial Agua de la Paloma o el entorno del Riandero. Para conocer todas las rutas disponibles, visita la página web.
Y después del ejercicio, nada mejor que descubrir la gastronomía típica de Linares de la Sierra, que es amplia y de una calidad excepcional. Además de los productos derivados del cerdo ibérico, destacan platos como el ajo batanero (a base de bacalao), los vilortos, (ajos tiernos fritos), el gazpacho de invierno (se come caliente y está compuesto de patatas cocidas e hígado asado) y las migas serranas, y postres como los peros (manzanas) a lo pobre y los piñonate.
Este producto es además el protagonista de una rifa que se celebra el Domingo de Resurrección para poner fin a una Semana Santa con más de 500 años de antigüedad que arranca el Jueves Santo. Otras festividades importantes son la romería de San Juan Bautista, el último sábado de mayo, la romería de la Reina de los Ángeles el 8 de septiembre, o la Cabalgata de Reyes viviente, que escenifica pasajes bíblicos por las calles de Linares.
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Periodista y Doctor en Comunicación. Enamorado de Huelva, de sus pueblos, sus paisajes, su gastronomía y su gente. Y con un objetivo claro: hacer de mi tierra el próximo destino de mucha gente.
3 comentarios. Dejar nuevo
El Valle Escondido, merece la pena visitarlo
El viajero se transportará a otra época
Disfrutará de su encanto natural.
[…] Huelva favoritas. En primer lugar, porque une dos de los pueblos más bonitos de Huelva, Alájar y Linares de la Sierra, y en segundo porque el paisaje es sencillamente encantador. En total son 4,7 kilómetros (sólo […]
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