Visto desde la lejanía, el recio monumento a Colón que preside la Punta del Sebo se asemeja a un vigía impertérrito al paso del tiempo, guardando la entrada a la ría de Huelva. La misma ría que hace más de cinco siglos lo vio partir hacia el oeste, donde contra todo pronóstico descubrió un nuevo continente que cambió definitivamente el rumbo de la historia. En este artículo queremos mostraros algunas particularidades de una de las obras más emblemáticas de Huelva, tanto por lo que representa como por el lugar donde se enclava.
Comencemos por la gran polémica, el eterno debate de qué representa el monumento y cuál es el nombre que se le debe dar. No hay duda de que en Huelva siempre se ha hablado del Monumento a Colón. Y así se lo ha conocido desde su inauguración. De hecho, en la prensa nacional que informó sobre el acto del 23 de abril de 1929, en el que autoridades locales y estadounidenses se reunieron para su flamante estreno, se habló del Monumento a Colón.
No hay que olvidar que esta escultura fue una donación de la Columbus Memorial Foundation, una entidad norteamericana, a España y concretamente a Huelva, por ser el lugar desde el que partió Cristóbal Colón. No obstante, en una entrevista dada por la escultora, Gertrude Vanderbilt Whitney, esta aseguraba que su creación no representaba físicamente a Colón, sino era un símbolo de los navegantes que hicieron posible la gesta.
Puede que ahí surja la denominación mucho más conceptual de monumento a la Fe Descubridora, que comenzó a ser utilizada a partir de los años 70 por el cronista local José María Segovia, presidente de la Sociedad Colombina Onubense, hasta ser la oficial actualmente. No obstante, tal y como se conoce popularmente, ahora y siempre, es como el Monumento a Colón de la Punta del Sebo.
En 1892, con motivo del IV Centenario del descubrimiento de América, se erigió frente al Monasterio de La Rábida una columna conmemorativa que, sin embargo, se deterioró rápidamente (su aspecto actual es fruto de varias rehabilitaciones). El abogado neoyorkino William H. Page, que pasaba sus vacaciones en Huelva en 1917 visitando los Lugares Colombinos, se percató de esta realidad y comenzó rondarle la idea de por qué no dedicar un monumento al gran descubridor de su continente cerca del paraje de La Rábida.
Para ello contactó con la escultura Gertrude Vanderbilt Whitney, conocida en Huelva como Miss Whitney, quien había diseñado previamente un monumento dedicado a las tropas estadounidenses en St Nazaire durante la I Guerra Mundial, y se comenzaron a hacer los preparativos para la construcción de una obra en Huelva, que sería donada por el pueblo estadounidense. Se creó incluso la Columbus Memorial Foundation para gestionar el proceso, que culminaría en abril de 1929, cuando se inauguró el monumento.
A este acto, un día lluvioso y desapacible, acudieron el embajador de Estados Unidos, los duques de Alba, el general Primo de Rivera y numerosas autoridades locales.
Una de las razones por las que es difícil identificar a quién representa la escultura es el estilo cubista en el que está diseñada, con pocos detalles en las facciones. La figura sostiene una cruz simbólica de la orden franciscana (con un rol fundamental en la expedición descubridora) llamada ‘Tau’.
Construida con piedras de Niebla, el monumento alcanza los 37 metros de altura y reposa sobre un gran pedestal donde se aprecian bajorrelieves representativos de los culturas azteca, maya, inca y cristiana.
Cada sábado, en horario de mañana, se puede visitar el interior del pedestal, una estancia de poco más de 30 metros cuadrados donde destacan las figuras de los Reyes Católicos que fueron esculpidas por la propia Miss Whitney. En el resto de paredes se encuentra escrito el listado de marineros que integraron la expedición que partió del puerto de Palos de la Frontera el 12 de octubre de 1492, con una mayoría de origen onubense. Así como un listado de los donantes que hicieron posible la construcción del monumento (y donde aparecen apellidos que todos conocemos, como Pulitzer o Guggemheim). En otras de las paredes se dibuja un mapa del mundo conocido en la época, donde, naturalmente, no se encontraba América.
También podemos leer la placa que se colocó en 1956 y que dice:
Esta estatua fue donada en 1929 al pueblo español por el pueblo de los Estados Unidos como expresión de amistad a la Nación cuya generosidad y clara visión hicieron posible el descubrimiento de Colón. Erigida bajo los auspicios del Columbus Memorial Fund. Escultora Gertrude V. Whitney. En 1956 John Davis Lodge, embajador de los Estados Unidos descubrió esta placa para reafirmar la amistad de los dos pueblos.
Desde luego, no había mejor lugar para erigir un monumento conmemorativo a Cristóbal Colón y los marineros que viajaron con él, que la Punta del Sebo. Junto a la desembocadura de los ríos Odiel y Tinto, este paraje es el mirador perfecto para contemplar la ría de Huelva, por la que surcaron carabelas y naos de conquistadores durante siglos.
Es cierto que, desde la implantación del polo industrial en la zona, el impacto paisajístico donde se enclava el monumento es mucho menor, sin embargo sigue siendo espectacular contemplar el atardecer desde La Rábida, con el sol fundiéndose en el agua y el elegante perfil de la escultura dominando el estuario.
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Periodista y Doctor en Comunicación. Enamorado de Huelva, de sus pueblos, sus paisajes, su gastronomía y su gente. Y con un objetivo claro: hacer de mi tierra el próximo destino de mucha gente.
2 comentarios. Dejar nuevo
Solamente una aclaración, el monumento a Colón se pensó en un principio para levantarlo en terrenos del municipio de Palos de la Frontera (Tengo documentos que lo acreditan) como homenaje a la población de donde salieron los marinos descubridores de América. Pero el director de la Junta de Obras del Puerto de Huelva se encargó de convencer a la escultura de que el mejor sitio era en la Punta del Sebo. Tanto la Columbus Memorial Fund, como la Escultora Gertrude V. Whitney tenían claro desde un principio que el monumento era para erigirlo en el lugar histórico de donde salieron las carabelas descubridoras y así consta en las colectas de dinero que se realizaron para llevar a cabo la obra.
Muchas gracias por su comentario Gonzalo. Enriquece mucho el artículo por su valor histórico. Un saludo!