En la provincia de Huelva hay parajes naturales de una belleza excepcional que incluso muchos onubenses desconocen. Cuando se habla de Huelva como la gran desconocida, se pude aplicar también a sus propios habitantes. Y es que son tantos los lugares por explorar en los miles de hectáreas de territorio natural protegido, que siempre hay posibilidades de sorprenderse con paisajes nunca antes vistos. Como los que nos regala el sendero Laguna del Jaral, en el entorno del parque natural de Doñana.
El inicio del sendero Laguna del Jaral se encuentra junto a la carretera A-494, entre las localidades de Matalascañas y Mazagón. Si partimos desde la primera, el aparcamiento habilitado se encuentra a unos 7 kilómetros, mientras que si hacemos el viaje desde la otra dirección, debemos calcular 3 o 4 kilómetros a partir del acceso a la popular Cuesta de Maneli, una de las mejores playas de Huelva. El comienzo de la ruta parte de una cancela verde que debe ser cerrada una vez la hayamos cruzado.
El recorrido del sendero Laguna del Jaral es de algo más de 5 kilómetros, en sentido circular, y su duración estimada es de 3 horas. Aunque pueda parecer demasiado tiempo para la longitud del trazado, hay que tener en cuenta que todo el camino discurre por arena de playa, y encontraremos algunos desniveles en los que nos tendremos que emplear a fondo. Por ello, es recomendable completar el sendero con ropa cómoda y un calzado adecuado, así como evitar las horas centrales del día, sobre todo en verano o en días cuando el calor apriete.
Desde el inicio de la ruta, no hay que caminar demasiado para llegar a la Laguna del Jaral. Situada a nuestra derecha, suele estar seca y cubierta por un espeso manto de juncos, salvo en los días posteriores a fuertes lluvias. A pesar de no contener agua por las características del suelo, sorprende el verdor que se extiende a su alrededor, con una abundante flora de matorral típica de Doñana, como el brezo, el escobón, la siempreviva, el romero o la lavanda. Y por supuesto, el denso bosque de pinos que rodea la laguna en su margen izquierdo, plantado para evitar el avance de las dunas de arena y dar cobijo a la fauna del lugar; zorros, jabalíes, ciervos, reptiles…
Caminando en paralelo a la laguna del Jaral llegamos a una intersección en la que deberemos tomar el camino de subida a la duna. Un poco más adelante, se encuentra señalizado otro cruce, en el que podemos elegir entre completar el camino corto, que se dirige directo hacia el acantilado del Asperillo, a pie de playa, o el camino largo, que bordea un mar de dunas desde las que disfrutamos de panorámicas espectaculares.
Este último camino es el más completo, ya que nos conduce al mirador del Abalorio, desde el que contemplar la llanura del mismo nombre, donde la laguna del Jaral se aprecia como un extenso claro circundado por un mar de pinos. Y a la cima de la duna, a 90 metros de altitud, desde la que observar todo el entorno, con el azul intenso del Atlántico al fondo y el verde predominante en el resto de direcciones.
Finalmente, sendos caminos confluyen en el último tramo hacia el acantilado del Asperillo, el más alto de sus características en Europa y declarado monumento natural de Andalucía por su peculiaridad geológica. Se trata de una duna fósil formada durante miles de años en diferentes estratos, que se pueden apreciar por sus tonalidades cambiantes.
Pero lo más impresionante de llegar a lo alto del acantilado son las vistas de la playa virgen que se extiende a uno y otro lado durante kilómetros. Nos encontramos en pleno parque natural de Doñana. No hay construcciones humanas a nuestro alrededor, ni siquiera hay gente. Sólo arena dorada bañada por un océano que ruge en la lejanía. Un auténtico tesoro que se puede encontrar en pocos lugares de nuestro país. Un patrimonio natural por el que deberíamos ser la envidia de medio mundo.
Desde lo alto del Asperillo podemos bajar a la playa practicando una versión light de barranquismo. Y es que hay varias cuerdas que nos ayudan a descender hasta la arena (naturalmente, hacerlo con sillas y otros bártulos es más difícil). Pero la recompensa vale la pena; una playa para nosotros solos, donde disfrutar de la paz de un paraje único.
Una vez hayamos descansado en la playa, podremos iniciar el regreso por el sendero corto, hasta el aparcamiento de la carretera, con la sensación de haber practicado deporte y de haber descubierto una maravilla más de la provincia de Huelva.
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Periodista y Doctor en Comunicación. Enamorado de Huelva, de sus pueblos, sus paisajes, su gastronomía y su gente. Y con un objetivo claro: hacer de mi tierra el próximo destino de mucha gente.